En Siria, más del 50% de los 550.000 refugiados de Palestina registrados en UNRWA han sido desplazados por el conflicto, con más de la mitad de los 12 campamentos de refugiados de Palestina en los que trabaja UNRWA convertidos en escenarios de guerra. La situación de esta población a menudo olvidada debe ser reconocida y el dramático contexto en el que luchan por sobrevivir debe entenderse en toda su complejidad. En la actualidad unos 60.000 han huido de sus hogares y cruzado la frontera en su mayoría hacia Líbano y Jordania y en menor número hacia Egipto, Turquía, Gaza y el Este asiático. Las instalaciones de UNRWA han sido asaltadas, saqueadas e inutilizadas. Algunos campamentos han tenido que ser abandonados y otros se enfrentan a una situación especialmente grave. Este es el caso del campamento de Yarmouk en Damasco. Bajo asedio desde 2013, los 18.000 refugiados sobreviven a duras penas con la escasa ayuda humanitaria que UNRWA consigue introducir. Los repartos de alimentos y medicamentos se ven constantemente interrumpidos por los enfrentamientos armados y ponen en riesgo la vida de la población.
Más allá de Siria, los refugiados de Palestina que viven en Cisjordania también se enfrentan a la crisis humanitaria. El impacto humano de la ocupación israelí y la expansión de las colonias es multidimensional y profundo. Los refugiados de Palestina están sometidos a un sistema de permisos que les niega la libertad de movimiento. Muchos se ven obligados a hacer frente a la demolición de sus hogares o la expropiación de sus tierras. Niños, niñas y civiles de a pie se enfrentan cada vez a mayores amenazas por el uso de munición real. El muro de Cisjordania está destrozando comunidades enteras. La ocupación es sinónimo de un retroceso en el desarrollo que ahoga la vida económica con consecuencias humanas predecibles. La inseguridad alimentaria en Palestina ha alcanzado el 33%, afectando ya a 1,6 millones de personas según los últimos estudios de UNRWA.
En Gaza, el impacto y la ocupación ha causado un colapso de la economía y un deterioro de las condiciones de vida. El número de refugiados de Palestina que acuden a UNRWA para recibir alimentos se ha incrementado de 80.000 en el año 2000 a más de 800.000 a fecha de hoy. La insostenibilidad de la situación tiene un aspecto ambiental alarmante en Gaza. El 90% del agua no es apta para el consumo y es probable que el acuífero de Gaza sea inutilizable en 2016 y en 2020 el daño sería irreversible si las políticas de bloqueo no cambian.
Bajo este panorama se ha producido la ofensiva israelí llevada a cabo durante el verano. Esta ofensiva ha causado la mayor devastación física de la historiade la franja de Gaza. Más de 100.000 personas han perdido sus hogares. Colegios, hospitales y un sin fin de infraestructuras civiles fueron atacadas. Pero más allá de esta destrucción física cuya reconstrucción se calcula llevará de entre 5 a 10 años y costará más de 6 billones de dólares, está la destrucción del tejido social de la población. Más de 2.200 muertos, entre ellos 521 niños; 11.100 heridos; familias enteras asesinadas y gravísimos trastornos psicológicos sobre la población. Naciones Unidas calcula que 373.000 niños y niñas sufren traumas severos que serán difícilmente superable.
En Líbano, aproximadamente 483.000 personas están registradas con UNRWA como refugiados de Palestina. La mitad de ellos viven en 12 campamentos distribuidos por todo el país. Todos ellos sufren graves problemas como la pobreza, el hacinamiento, el desempleo, las malas condiciones de vivienda y la falta de infraestructura. Además los refugiados de Palestina en Líbano carecen de derechos civiles y sociales, no tienen acceso a la salud pública ni a las infraestructuras educativas. Por otro lado, no se les permite trabajar en un elevado número de profesiones, acumulando por ello altísimos niveles de desempleo. Líbano es el país con los mayores porcentajes de refugiados de palestinos viviendo en pobreza extrema. La mayoría de ellos dependen de UNRWA como único proveedor de educación, salud, servicios sociales y ayuda de emergencia.
Jordania es el país que más refugiados de Palestina. Más de 2 millones de refugiados viven en este país, la mayoría de los cuales tienen garantizada su ciudadanía. La llegada de refugiados de Palestina de Siria y la falta de fondos están afectando a los programas de atención de UNRWA y mermando la calidad de los mismos en este país.
Cada día que pasa, se convierte en un imperativo mayor escuchar las voces de los desposeídos y prestar atención a demandas. Tras décadas, y con las numerosas crisis que afectan a Oriente Medio y al mundo, hay un riesgo real de que su destino se vea eclipsado. Dejar de lado la situación de los refugiados de Palestina es un riesgo que el mundo no puede asumir.
Sin embargo, desde Yarmouk hasta los campamentos de refugiados palestinos de Líbano desbordados por los más de 40.000 refugiados llegados de Siria, las comunidades de refugiados atrapados detrás del muro de Cisjordania y la espiral de destrucción de Gaza, hace insostenible todos los aspectos de la vida. Los refugiados de Palestina necesitan una solución justa y duradera a su difícil situación.
Hasta que eso se logre, UNRWA tiene que jugar un papel transformador. En tiempos de paz relativa, nuestro trabajo de desarrollo humano en educación, salud, emergencia y servicios sociales promueve la estabilidad, dignidad y respeto de los derechos. En tiempos de guerra, nuestra asistencia de emergencia desarrolla la resistencia y mitiga la negación de derechos que los refugiados sufren. Ahora en nuestra séptima década, la contribución de UNRWA habla por sí misma: hemos logrado uno de los índices de alfabetización más altos en Oriente Medio, una reducción drástica de la mortalidad infantil y materna. Nuestro compromiso rivaliza con el de cualquier otro actor humanitario, trabajando bajo la violencia para llevar ayuda de emergencia a los refugiados. Seguiremos haciéndolo hasta que se encuentre una solución a la situación de los refugiados de Palestina.
Los refugiados de Palestina son víctimas de injusticia, ocupación, bloqueo y conflicto. Son también los actores de su propio desarrollo, con habilidades que muchos en el mundo desearían. Los esfuerzos de UNRWA seguirán centrándose tanto en movilizar a los donantes para preservar y fortalecer aun más nuestros logros, como en abogar por la necesidad de reconocer que la asistencia internacional debe ir acompañada de la promoción de los derechos y de la dignidad. No olvidemos que se trata de una crisis con rostro humano, ya sea el de los niños traumatizados por la guerra en Yarmouk, el de el ex-empresario en la cola de alimentos o el de cualquiera de los cinco millones de refugiados registrados con nosotros. Ninguna cantidad de ayuda podrá jamás compensar la negación de sus derechos y dignidad.
Texto: Raquel Martí