Alejandra García Patón trabaja en Médicos del Mundo desde el año 2008. Cuando le propusieron trasladarse a Palestina, aceptó con los ojos cerrados. Su trabajo en la zona está centrado en prestar apoyo psicosocial a las poblaciones palestinas de Cisjordania.
¿Cómo comienzas a trabajar para la organización Médicos del Mundo?
Empecé a trabajar en la Red Internacional de Médicos del Mundo Francia en 2008, encargada de la traducción y la interpretación para los 14 miembros de la Red. Tras 4 años en ese puesto, sentí la necesidad de trabajar sobre el terreno, en contacto directo con las personas para y con las que trabajamos, y así me fui en primer lugar a Gbarnga, en Liberia.
¿Cuándo decidiste empezar a trabajar en Palestina?
Estando en Liberia, mi organización me propuso un puesto de incidencia política en nuestro programa en Palestina. Lo acepté con los ojos cerrados. Siempre tuve claro mi deseo de trabajar en incidencia política y más aún en el territorio palestino ocupado.
¿Qué es lo más te impactó cuando llegaste a esta zona de permanente conflicto?
Mucho había oído y leído sobre este conflicto, pero nunca jamás imaginé la injusticia tan flagrante que existe en este lugar, con la total impunidad de los violadores de los más básicos derechos humanos. Una injusticia y una impunidad a la vista de toda la comunidad internacional que deja hacer a Israel…quien viola todas y cada una de las Resoluciones de Naciones Unidas desde hace 60 años. El conflicto tiene una solución muy clara: el respeto por parte de Israel del derecho internacional, del derecho internacional humanitario y de los derechos humanos. Solo la comunidad internacional puede hacer presión sobre Israel. Su inacción la hace cómplice. Esa impunidad total de Goliat me sigue revolviendo las tripas ahora que ya estoy de vuelta.
¿Qué labor comenzaste a realizar?
MdM tiene en Palestina varios programas, y uno de ellos es de apoyo psicosocial a las poblaciones palestinas en Cisjordania que (mal)viven rodeados de colonias israelíes (todas ilegales según el derecho internacional) y que sufren de manera cotidiana ataques de colonos violentos, demoliciones de sus casas por las fuerzas israelíes y violencia por parte de estas fuerzas durante redadas nocturnas, por ejemplo. Esto provoca niveles de estrés, de miedo, de agresividad tales que la salud mental de estas poblaciones sobrepasa en algunos casos los niveles de zonas en el mundo que viven en guerras abiertas. La idea era utilizar nuestros datos de salud mental para hacer incidencia política en Francia y la UE, junto con otras asociaciones internacionales, palestinas e israelíes.
¿Cómo ha cambiado la zona de trabajo desde que terminó la ofensiva israelí del pasado verano?
Gaza necesita no solamente una reconstrucción física, sino sobre todo una reconstrucción interna, mental, emocional. Las niñas y los niños de más de diez años han sufrido ya tres guerras. Esta ha sido sin comparación la peor. 51 días en los que ningún lugar de Gaza era seguro. Todo fue bombardeado, escuelas, hospitales, residencias, mezquitas, iglesias (hay dos en Gaza).
Médicos del Mundo ha tenido que adaptar sus proyectos y rehabilitar clínicas destruidas y proporcionar servicios de apoyo psicosocial a las poblaciones. El programa de salud sexual y reproductiva que debía comenzar en 2014 ha tenido que ser pospuesto dadas las circunstancias.
¿Cómo ves el futuro para los que allí viven?
Sin esperanza alguna. Sobre todo en Gaza. Un fenómeno totalmente nuevo después de esta guerra está siendo el éxodo. Las y los gazatíes jamás antes habían pensado en irse de su tierra. Después de este ataque, se han visto barcos clandestinos zarpar a Egipto y algunos naufragar. Aquellas y aquellos gazatíes que tienen pasaportes extranjeros, quieren irse. Saben que la próxima guerra llegará pronto. La inmensa mayoría no puede, pero por primera vez buscan maneras de escapar de esta prisión a cielo abierto. Es desolador. En Cisjordania tampoco esperan ninguna solución a sus vidas, a sus tierras confiscadas, sus casas demolidas, sus olivos arrancados o quemados. Sobreviven sin esperanza, sin nada que perder. Y cuando no se tiene nada que perder, reina la desesperación.
¿Están realizando las organizaciones internacionales una labor efectiva para la reconstrucción de la zona? ¿se podría hacer más?
Los materiales de construcción necesarios no entran en Gaza. Incluso menos de lo que entraba antes de la guerra. Israel, que controla toda la banda por tierra y por mar, no permite su entrada por motivos de «seguridad». Nada se está reconstruyendo. Nada. Este invierno ha sido muy duro. Unos 100 000 gazatíes siguen desplazados, sin casa.
¿Crees que el reconocimiento por parte de los países occidentales del estado de Palestina puede ayudar al fin del conflicto o a algún tipo de solución?
Es descorazonador, pero este reconocimiento, por más necesario que sea (además de ser una cuestión de reconocimiento de un derecho), llega tarde…
Aún así, tal reconocimiento daría a la Autoridad Palestina mucho más poder en su estrategia diplomática de acceso a tratados internacionales y a la Corte Penal Internacional, y la acercaría a un cierto equilibrio de fuerzas frente a Israel. No olvidemos que Israel es un Estado, y que Palestina no tiene dicho estatus, lo que falsea desde la base cualquier tipo de negociaciones.
María Serrano