Su intervención conmovió a todo el auditorio, ante el que narró, desde el dolor y la serenidad, la injusta detención y pena de prisión a la que se vio sometido. Nidal Al-Azza es el director de BADIL, Centro de Recursos para los Derechos de los Refugiados de Palestina, y profesor de Derecho de los Refugiados en la Universidad de Jerusalén. Pese a que la coyuntura actual, el seguimiento a los trabajos de la Comisión de Investigación sobre el Conflicto de Gaza, la presentación del expediente de Palestina ante la Corte Penal Internacional y la sesión del Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas, en Ginebra, han ocupado su agenda, con motivo del primer dramático aniversario del último ataque a Gaza, ha respondido a la petición : dar su testimonio un año después de aquellos días, en julio de 2014, cuando Israel comenzó los bombardeos contra Gaza.
¿Cómo vivió ese momento? ¿Cuáles fueron sus sentimientos, sus miedos y pensamientos, y cómo ves la situación actual y lo que ha cambiado desde entonces?
«En general, emocionalmente estaba destruido cuando sentí que mi gente era sacrificada en Gaza sin que yo pudiera hacer nada. Temía el acuerdo de alto el fuego desde el principio, ya que sabía que no se haría justicia con las víctimas y que los autores no serían obligados a rendir cuentas, y no habría ninguna medida para garantizar que la guerra no se repetiría. Ahora es un desastre. ¡Es peor de lo que esperaba! La llamada “comunidad internacional”, cómplice de Israel, continúa el asedio a Gaza. Hamas y Abu Mazen otra vez están invirtiendo políticamente en las relaciones públicas y buscando ayudas y apoyo a costa de la gente, de las víctimas».
¿Cómo ve la intense labor diplomática desarrollada por las organizaciones e instituciones palestinas durante el último año?
«Buenos esfuerzos e intenciones sin una estrategia clara o resultados tangibles. Creo que eres consciente de la fragmentación palestina, no sólo entre Hamas y la Autoridad Palestina en Ramallah, sino también entre las organizaciones de la sociedad civil, incluidas las organizaciones de derechos humanos. En resumen, nos falta una estrategia unificada. Esto se atribuye a muchas razones, incluyendo el efecto de la agenda de los donantes en el trabajo de las organizaciones, que es un punto negativo en general».
Hace unos días, Abu Mazen anunció la disolución del Gobierno. ¿Cómo deberíamos entender esta decisión y que puede suponer?
«Yo no puedo decir cómo deben entenderlo pero puedo explicar mi opinión. Cuando se estableció el Gobierno actual, Israel anunció que no negociaría con él o con Abu Mazen porque incluía a miembros de Hamas. La prioridad del Gobierno, de acuerdo con su declaración de establecimiento en el momento, fue poner en práctica un acuerdo de conciliación entre Abu Mazen y Hamas.
La comunidad internacional, especialmente EE.UU. y la UE, aunque no aprobaron la posición del Gobierno israelí, ejercieron presión sobre Abu Mazen para el control de Hamas, en particular durante la guerra en Gaza y por medio de la conferencia internacional sobre la reconstrucción de Gaza (El Cairo), que impuso restricciones / condiciones en el proceso de construcción. Esto fue utilizado por la comunidad internacional para presionar / empoderar el enfoque Abbas, que a su vez utilizó esas condiciones para presionar a Hamas.
El recientemente establecido Gobierno israelí, después de las elecciones, rechazó la reactivación de la negociación con Abbas por la misma razón, la participación de Hamas en el Gobierno palestino. Como resultado, Abbas se vio incapaz de obligar a Hamas a ceder su control sobre Gaza y no puede cumplir con los requerimientos, con las condiciones de la comunidad internacional. Lo que se hizo muy molesto para Abbas fueron las negociaciones, conversaciones secretas Hamas e Israel. Esto fue considerado como un intento de sustituir a Abbas por Hamas.
Parece que el reciente impulso al proceso de paz por parte de Francia ha dado la solución a Abbas; nuevo Gobierno palestino (un Gobierno nacional ‘unificado’) sin Hamas. Por lo tanto, Abbas quería un nuevo Gobierno cumpliendo las condiciones internacionales, lo cual es imposible con Hamas. La complicada pregunta era: ¿cómo atrapar a Hamas para que rechazara la participación en el gobierno propuesto? Me refiero a empujar a Hamás a rechazarlo. Para lograrlo, Abbas anunció que lo que estaba haciendo era reformar el nuevo Gobierno sin consultar a Hamas. La primera reacción de Hamas fue lo que Abbas quería: Hamas anunció que no participaría en ese Gobierno, ya que Abbas no le había consultado. Dos días después, parece que Hamas entendió el contexto y anunció que sí participaría en el Gobierno. Sin embargo, se lo pusieron difícil otra vez a Abbas porque han condicionado su participación. Ahora, la discusión entre los partidos palestinos está en las condiciones, en los términos de Hamas. Por su parte, Abbas (utilizando su equipo), va a establecer sus condiciones o su plan de Gobierno. Estas condiciones harán imposible que Hamas participe. En definitiva, Abbas necesita un Gobierno sin Hamas para volver a las negociaciones infructuosas mientras que Hamas quiere asegurar su cupo en el Gobierno y parte de los fondos internacionales».
De víctima de la ilegalidad a experto en la ley
Nidal Al-Azza imparte clases de Derecho de los Refugiados en la Universidad de Jerusalén. Cuando cuenta su historia, cuesta trabajo no preguntar por la reacción del alumnado sabiendo que en la historia de Israel y Palestina hay pocas leyes cumplidas, dentro y fuera de las fronteras. Más aún, cuando las víctimas se encuentran presas de un laberinto de complejas relaciones internacionales en virtud de las cuales triunfan la impunidad, pese al reconocimiento mundial de la ilegalidad de las prácticas israelíes, y la indefensión, frente al aparato de control que ha desplegado Israel en el mundo. Este profesor de Derecho no se conforma con la teoría. En Badil, el Centro de Recursos para los Refugiados está el otro cincuenta por ciento del compromiso con la búsqueda de la justicia, pese a todo y frente a todo; la lucha contra la injusticia, agitando el conocimiento, la investigación, la información y el apoyo legal a los residentes palestinos.
No le falta la experiencia personal de injusticia, crueldad e indefensión a la que se enfrentan las víctimas por las que ahora trabaja. Cuando era un adolescente, los soldados israelíes llegaron a su casa de madrugada rompiendo muebles y diciendo a sus padres que solo querían hacerle algunas preguntas, y que luego volvería a casa. Al llegar a la cárcel, le pusieron un pañuelo en los ojos y empezaron a golpearle. Fue trasladado a una zona militar dentro de Belén. Nidal cuenta que ha estado encarcelado en dos ocasiones. La primera vez querían que hablara de sus actividades en manifestaciones. Colgado de los brazos con cuerdas, el castigo les obligaba a estar continuamente de pie. Después, llegaba el interrogatorio.
Según la estación del año, le daban duchas con agua fría en invierno o duchas calientes en verano poniendo el aire acondicionado para que enfermaran. Otro de los métodos eran las celdas de aislamiento en un perímetro de 80 por 20. En las duchas continuaban el interrogando, mientras que en las celdas les hacían sentir que estaban solos. Procuraban alterar el sueño en todo momento; les tapaban la cabeza, debajo de una pequeña tubería de la que caía agua y que no les permitía estar tranquilos en ningún momento. “Cada cierto tiempo caía agua. Pude quitarme poco a poco el saco de mi cabeza. Cuando los guardias se dieron cuenta, me dieron una paliza”. Además, le amenazaban con maltratar a tu familia o con violar a su hermana o su madre.
Nidal nunca conoció claramente los motivos de las detenciones. Bajo la premisa de que podía contener información secreta, lo llevaban a prisión y era torturado. No era necesario que aportaran ninguna prueba. Años después, considera que tuvo suerte por estar preso y sometido a torturas solo nueve meses frente a los nueve años de sus compañeros. En la actualidad, afirma que las condiciones son aún peores y que las prisiones israelíes no cumplen con la legislación internacional. Años después, también detuvieron a su hijo, sin causa y sin acusación. Hoy, ambos están libres, pero las heridas continúan en el interior. En las prisiones israelíes hay más de 6.000 presos. Un millar de ellos tienen condenas de más de 20 años. También se encuentran privados de su libertad 170 niños y 22 mujeres.